jueves, 7 de enero de 2021

Los huertos del Tormes: en realidad, un cementerio

Los huertos y demás actuaciones en el entorno del rio Tormes solo se pueden calificar como “urbanismo totalitario” y “nuevo parque temático”

Salamanca, 7 de enero de 2021

El proceso y resultado de urbanizar una zona seminatural de 13 hectáreas (Ha) para aprovechar, básicamente, 3 de huertos, ha supuesto, un destrozo ambiental, social y público, por mucho que quieran calificarlo de ecológico. Resulta evidente que nuestros gobernantes y demás “gente con poder” ni quieren ni saben practicar políticas y actuaciones democráticas y con claros objetivos sociales y ecológicos. El resultado deviene mucho más en un auténtico cementerio que va sepultando las necesidades, aspiraciones y derechos de la Ciudadanía y del Planeta.

La mayor parte de la superficie se ha perdido en una profusión de caminos excesivamente anchos, superfluos, superpuestos (paralelos o muy próximos unos a otros). Con intersecciones excesivas como ocurre en las autopistas, en las que hay que garantizar la visibilidad y seguridad manteniendo la velocidad. Con un trazado que nada tiene que ver con los senderos previamente existentes realizados, simplemente, por la gente que paseaba conectando Chamberí y Salas Bajas con Tejares, disfrutando de una zona tranquila, y con tupida vegetación de hierbas, árboles y arbustos.

Las parcelas de las huertas son ridículas y antiestéticas por su pequeño tamaño y/o forma poco adecuada para trabajarla. El paisaje, un desastre entre industrial decadente y cementerio de túmulos de cemento nada que ver con un posible paisaje rural con parcelas en mosaico variado, propio de cualquier agrupación de huertas, con algunas irregularidades e islas naturalizadas que favorecerían esa biodiversidad que tanto necesitamos.

Las vallas metálicas, demasiado visibles, el orden geométrico, las puertas, las rejas, los sarcófagos de hormigón, recuerdan a una cárcel o campo de concentración. La profusión de cámaras de videovigilancia, incluso en huertas y caminos, las patrullas de seguridad privada, los espacios abiertos completamente vacíos, el desprecio por lo pequeño y los detalles, redundan en lo anterior, reflejando una intención autoritaria, privatizadora y disciplinadora que reprime el disfrute de lo comunitario.

Todo lo anterior se une al desprecio y destrucción del ecosistema agrario y de ribera existente, la ausencia real de participación y control ciudadanos, las excesivas e innecesarias construcciones, el despilfarro de dinero y recursos públicos para beneficio de algunos empresarios y políticos, el pésimo proceso de destrucción-construcción sin control sobre plásticos, escombros y demás residuos, etc.

Todo ello configura un urbanismo que podríamos calificarlo de totalitario y libertino, un ejemplo más de las políticas liberales/fascistas que sufrimos en esta tierra, basadas en la corrupción, el clientelismo, el libertinaje de los poderosos, el individualismo, la represión de los derechos y libertades y de las mayorías, y la perversión de la democracia y sus valores.

Un orden liberal/fascista irracional donde la geometría y los intereses privados de constructores, políticos, medios de comunicación y demás privilegiados prevalecen, no solo sobre la estética, sino también y en especial sobre los mayores beneficios y eficiencia de lo natural, de lo espontáneo, de lo colectivo y comunitario, de lo hecho con amor. Una irracionalidad que nos la imponen en detrimento de lo racional y necesario para el uso comunitario y para un lugar que era arbolado, ribereño y agrario, tenía un gran potencial ecosocial y solo requería de una pequeña y blanda intervención.

Un orden libertino y totalitario que, resulta evidente para cualquiera, es incompatible con eso que los humanos venimos haciendo, pese a los malos gobernantes, desde hace miles de años: cultivar hortalizas y demás plantas, cooperar, trabajar en equipo, vivir en comunidad y en armonía con el planeta.

En resumen, que las 3 Ha de huertos y las otras actuaciones en la zona de 13 Ha eran posibles sin destruir una parte importante de la Ribera del Tormes que estaba en aceptable estado de conservación y cuyos bosques, vegas, riberas y tierras de labor prácticamente se han perdido; que la Ribera del Tormes solo necesitaba una intervención blanda y pequeña (limpieza, descontaminación, ligera reordenación, aprovechamiento de lo existente...) que conservara y mejorara sus estructuras agrarias y ambientales.

Que lo urbanizado, 13 Ha, resulta gravemente excesivo y contraproducente, más aún en un municipio ya excesivamente urbanizado, que cada año pierde habitantes y actividad a la vez que disminuye el peso de las áreas verdes y naturales, con gran número de viviendas y espacios (viales, industriales, comerciales, residenciales...) vacíos, sobredimensionados, innecesarios; y con un medioambiente y sociedad cada vez más precarizados y atacados.

Que en verdad se trata de falsos huertos y falso parque forestal y de ribera que, en realidad, constituyen un nuevo “parque temático” que acentúa la grave gentrificación (privatización, mercantilización...) de todo el municipio.

Que todas estas actuaciones de la EDUSI Tormes+ no cumplen ningún objetivo real de desarrollo sostenible, ni son ecológicos ni sociales, pese a la machacona y mentirosa propaganda oficial y mediática.