Habitualmente, en nuestra sociedad, se desperdicia muchísima comida, en todos los ámbitos y lugares. Desde nuestro propio hogar, de forma individual, hasta en los bares, restaurantes, supermercados y tiendas, etc. Y a ello podemos sumar los desperdicios generados en la elaboración de la comida precocinada.
Desperdicios por caducidad, por vistosidad y sabor de la comida recién hecha, por comida que se olvida en algún lugar, etc. Y mientras, millones de seres humanos no tienen nada que llevarse a la boca.
Durante las festividades de navidad y año nuevo la situación empeora debido a la multitud de platos, alimentos, dulces, bebidas, etc. que se nos ofrecen y probamos, comemos. Tal es la oferta y la ambición de nuestros ojos que no podemos con todo.
Como siempre, la primera decisión debe estar en el hogar y en mejorar la gestión de la comida en cada familia a fin de reducir desperdicios y priorizar el consumo de lo ya cocinado o abierto sobre otros alimentos.
Para ello, sin duda, también hay que saber y preocuparse por conservar bien las sobras y recuperarlas de forma adecuada a su consumo.
Hacer una gestión más eficiente de la comida no sólo reduce la basura que generamos, también se evitará la contaminación y el cultivo y procesado innecesario e, incluso, puede suponernos un interesante ahorro económico.
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