Y lo es, precisamente por este Ayuntamiento que trabaja denodadamente porque los coches aparquen en batería y metan el morro en las aceras. Porque "todo" va a las aceras (papeleras, contenedores, semáforos, señales, publicidad, bancos, etc.). Y porque si alguien, sobre todas las cosas, machaca a los demás -de forma feudal-, son los hosteleros.
Éstos, con la condescendencia e incluso el ánimo del Ayuntamiento, han sembrado la ciudad de mesas y sillas, aunque nadie consuma nada. Ellos, cada mañana delimitan su parcela, se la apropian e impiden que los demás podamos transitar con normalidad.
Por ahí no pasa un coche de niño, ni una silla de ruedas, ni una pareja agarrada del brazo. Qué decir a esas horas en las que, por la cercanía de un colegio, esa acera es muy utilizada, se forma un colapso y las sillas y las mesas vacías. Todo por un trozo de terreno, por ocupar lo que es de todos.
Y el Excelentísimo que lo consiente, que lo defiende, que lo ampara, que lo potencia. Y no es porque esa terraza genere un puesto de trabajo (ni esa ni ninguna otra), ni tampoco porque deje cuantiosos ingresos en las arcas municipales: es sólo porque creen que la ciudad es suya.
En la Calle Alamedilla, frente al Colegio Público "Rufino Blanco". |
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