Las rotondas han servido durante las dos últimas décadas como inversión mediático-urbanística para que los políticos transmitieran a los "incomprendidos" conductores que estaban muy preocupados (usando el dinero ajeno) por alcanzar la fluidez del tráfico.
Actualmente vivimos en Salamanca un rebrote de esa fiebre con la materialización de varias rotondas.Las rotondas lo que si dan al coche es más presencia en nuestras calles, más poder, más espacio... en detrimento del peatón que ve cómo los pasos de cebra tienen que ser desplazados varios-bastantes metros con respecto a su itinerario.
Las rotondas, en sí, no son nada del otro mundo, ni son una solución, pero son una inversión y una forma construir hitos para la ciudad donde no había nada. Como ejemplo, en pocos días tendremos en Salamanca una rotonda dedicada a la "Unión Deportiva Salamanca". Lo que antes era un "cruce" ahora es la "rotonda de...". ¿Qué rotonda de cierta entidad no está dedicada a algún personaje o hecho histórico?. Así, además, se crean afinidades y se logran más fotos en la prensa.
El coste de esculturas y otros motivos decorativos son excusas perfectas para inflar presupuestos y generar sobrecostes que a algún sitio irán a parar.Las rotondas, en medio del asfalto, computan como zona verde (si hay hierba, claro). De esta forma los fríos datos nos hablan de una ciudad más habitable aunque no podamos usar y disfrutar de esos metros cuadrados.
Las rotondas son, por su naturaleza, puntos negros. Permitir el acceso libre y que los propios coches regulen su acceso (evitando esperas ante un semáforo), junto con la mala conducción, las han convertido en lugares peligrosos que muchos conductores prefieren evitar.
La rotonda es, por tanto, un símbolo del engaño, la tergiversación, el embobamiento y la corrupción que durante las últimas décadas ha campado por nuestro país. En Salamanca no nos quedamos atrás.
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