La ola privatizadora de servicios públicos no es nueva, siempre ha estado ahí. Los diferentes gobiernos han realizado numerosas privatizaciones, renovaciones, adjudicaciones, etc. durante las últimas décadas.
Hay quienes lo hacen funcionar muy bien para poder venderlo. Y hay quienes (los más) que lo hacen funcionar muy mal para que hasta los ciudadanos menos críticos con la Administración den su beneplácito a una privatización que además se hará regalada. En resumen: cualquier excusa es buena.
Lograr el objetivo, sin importar los medios utilizados. Porque ¿qué decir de lo que resulta tras la privatización?.
Ahora sabemos que las negociaciones entre EE.UU. y la UE (entre Obama y Merkel) supondrán la libertad total para que las empresas estadounidenses se hagan con Europa y los restos de lo que nunca fue (una superpotencia).
¿Cuál es la diferencia con la situación actual en la que los fondos buitre, inversoras, financieras, multinacionales, etc. estadounidenses se han hecho con buena parte de las empresas de Europa (más si son brillantes y líderes)?. La diferencia está en el sector público (la mayor empresa de todas), se explica muy bien en Diagonal "el TTIP también pretende crear nuevos mercados abriendo el sector de
los servicios públicos y la contratación pública a las empresas
transnacionales, lo que amenaza con provocar nuevas olas de
privatizaciones en sectores clave como la sanidad o la educación". Con el TTIP en vigor, el mercado debería abrirse a las corporaciones
transnacionales y garantizar que se ofrece a los inversores y
proveedores de servicios extranjeros el mismo trato que a los
proveedores locales. Los gobiernos no podrán recuperar los servicios externalizados o
privatizados, aunque “sean un desastre y sus gastos exorbitantes".
La privatización puede ser de tal calibre que un informe técnico que actualmente una Administración encarga a uno de sus técnicos (funcionario) pasaría a ser realizado por empresas externas. Siendo ellas las que emitan ese informe valorativo en función del cual el político adoptará decisiones.
Llegados a este punto, y obviando que el capitalismo crea crisis, debemos preguntarnos ¿cuántas vueltas de tuerca le quedan por dar todavía?. Quizás hasta que nos hagan sus esclavos (literalmente y en todos los sentidos) no pararán. Pero ¿de qué les servirá?.
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