La construcción de un gran aparcamiento de vehículos en el Parque de Garrido (en el barrio del mismo nombre) es una obra del todo inaceptable pero está oculta en un lugar no muy conocido de Salamanca, casi en las afueras, sin muchas tiendas y lugares de interés. Si a ello le sumamos la complacencia de determinados medios, organizaciones e interesados, todo hace prever que el parking será una realidad. ¿Para beneficio de quién?.
Lo de los beneficios (económicos, se entiende) es una cuestión difícil de explicar: supongamos que la constructora y gestora de la infraestructura a la larga consigue rentabilizar la inversión. Por ahora cabe preguntarse de dónde procede la financiación y a qué trayectoria responde la empresa.
Los vecinos (por fin) han dado un paso al frente para decir que si ellos van a ser los clientes antes tendrán que contar con ellos. Pero resulta que no quieren ser clientes de ese parking: que la necesidad no es tal, que las plazas son caras y que hay otras prioridades.
Si los políticos y técnicos tienen que dedicar su tiempo a algo, no es precisamente a hacer parkings para beneficio de alguna empresa y defunción de 165 árboles. Tener una cochera ha dejado de ser una prioridad para los vecinos de Garrido.
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