El Comité Antinuclear y Ecologista de Salamanca advierte a los vecinos las vecinas del barrio del Arrabal de Ciudad Rodrigo que, en las circunstancias actuales, la presa de Irueña ha perdido toda capacidad para regular las inundaciones de su barrio.
Desde hace casi un mes, el embalse está completamente lleno y el agua tiene que rebosar por el aliviadero superior, lo que este colectivo considera una temeridad y una grave irresponsabilidad por parte de la Confederación Hidrográfica del Duero. Hemos de recordar que dicha obra hidráulica fue autorizada por una Declaración de Impacto forzada por los políticos provinciales, con la “finalidad irrenunciable” de laminar las avenidas en Ciudad Rodrigo. También recordamos que dicha presa no ha sido autorizada con la finalidad de almacenar agua para el riego y para el abastecimiento de las poblaciones la necesidad de almacenamiento es de 7 hectómetros cúbicos, 15 veces menos de la capacidad actual. Incluso la explotación hidroeléctrica sería ilegal bajo las condiciones de la citada declaración de impacto ambiental.
En estas semanas la comarca se encuentra bajo el radio de acción de frentes y borrascas que pueden provocar fuertes precipitaciones en 48 horas, lo que podría ser desastroso si tenemos en cuenta los datos de aforo que exhibía el ingeniero de la confederación hidrográfica para justificar una obra que ha destruido un valioso ecosistema en el Espacio Natural del Rebollar. En efecto, si una presa que se construye para regular las avenidas se llena a rebosar, ésta pierde toda su capacidad para evitar inundaciones y proteger a la población del Arrabal mirobrigense que tanto preocupaba a los políticos de la comarca. Es posible que el embalse repleto pueda servir para hacer almibaradas fotos y colgarlas en las redes sociales, pero con las previsiones del tiempo y la tónica de las precipitaciones de esta temporada, el recreo de las cámaras digitales puede acabar en un disgusto serio.
El Comité Antinuclear y Ecologista de Salamanca insta a la Confederación del Duero a que de forma inmediata proceda al desembalse ordenado de la presa de Irueña hasta un nivel suficiente que permita laminar las avenidas, tal y como de forma machacona repetían hasta la saciedad para justificar su construcción. En caso contrario tendríamos que concluir que las verdaderas razones que justificaron un desastre ecológico que ha borrado del mapa 27 kilómetros de bosque de ribera son muy distintas a las que se anunciaron en el proyecto definitivo. Igualmente sería de desear que las llamadas plataformas de las riberas del Águeda que tanto se preocupaban por la vega mirobrigense antes de la aprobación del proyecto dijeran algo en su defensa.
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