Así se conoce a la actividad hostelera de calle en la que, por medio de casetas, se sirven pinchos y bebidas para consumir en las calles y parques del centro de la ciudad. Durante esos días transitar por los principales lugares del entramado urbano se convierte en todo un desafío que sólo se supera si los sentidos dejan de sentir.
- La ocupación del espacio público que se produce para goce del empresarios privados es absolutamente inadmisible: casetas colocadas delante de bancos, papeleras... e incluso en las inmediaciones de colegios, facultades y monumentos.
- La generación de ruido (música, barullo, voces, carga y descarga...) durante el día es intimidatoria y atenta con el derecho al descanso, al trabajo y a la educación.
- La utilización de cubiertos, vasos y platos de un solo uso para cerca de un millón de consumiciones tampoco puede ser justificado "por estar en fiestas", como tampoco lo son los esfuerzos extraordinarios de los servicios de limpieza y las prácticas agresivas que deben utilizar para lograr resultados aceptables en su labor.
- La "ley húmeda" que impera en la ciudad no sólo es otra vulneración de ordenanzas y leyes, se trata de un grave error en materia de educación y de salud pública. Llama la atención el esfuerzo municipal para que el evento sea un éxito con la ausencia de políticas contrarias al consumo de alcohol y en favor de un ocio saludable.
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