El "árbol" que aparece en la imagen de la derecha (superpodado, dependiente de unos tirantes y que ya dispone de unas flores a sus pies) estaba hace meses en la Plaza de España, desde donde fue trasplantado hasta una zona verde del barrio del Arrabal -frente al Puente Romano-.
Este tipo de operaciones, tan mediáticas por su excepcionalidad y resolutivas para que nuestros políticos no parezcan arboricidas en primera instancia, demuestran que los árboles son seres vivos y no papeleras, farolas o bancos que realizan su función en cualquier lugar.
El árbol padece las consecuencias del traslado en cuanto a luz, sombras, entorno, humedad ambiental, riegos... qué decir de sus raíces.
Señores políticos, además de perder tiempo y dinero, han matado un árbol.
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