viernes, 23 de agosto de 2013

El arbolado urbano sin protección

En las últimas décadas la ciudad de Salamanca ha sufrido un proceso de remodelación viaria y los espacios verdes que se ha caracterizado por el uso excesivo del hormigón en detrimento del arbolado urbano maduro. En cada proyecto de obra, los árboles eran considerados un estorbo que había que eliminar para facilitar el trabajo a la maquinaria pesada. Con el pretexto de que se plantarían nuevos árboles hemos perdido auténticos paseos verdes y parques arbolados que brindaban sombra y protección frente al implacable sol veraniego de Castilla.

Entre las innumerables pérdidas de arbolado podemos recordar las Plazas de la Fuente,  Gabriel y Galán, Vidal, España, los Paseos de la Estación, Canalejas y Carmelitas, y calles como Gran Vía, Federico Anaya, Padre Cámara, Comuneros y espacios como el jardín de la Santísima Trinidad y el parque de Würzburg. Prácticamente no ha habido ninguna de remodelación ni urbanización que no se haya llevado arbolado por delante.

Cuando hablamos de la defensa de los árboles nos referimos a ejemplares que pueden proyectar una sombra de decenas de metros cuadrados y no esos “chupachups” abundantes en nuestras calles, pero que no son capaces de protegernos del sol y del calor estivales. Un árbol es muy distinto de un arbusto, pero esto parece que no lo entienden en el Ayuntamiento. Estos arbustos pueden servir de adorno, pero nada más. No refrescan el ambiente, no dan sombra, ni absorben apenas CO2. En estas fechas nuestra ciudad empedrada y hormigonada se convierte en un verdadero horno que sólo algunos sufridos turistas se atreven a pasear.

La fobia institucional al árbol está provocando que el implacable sol del verano afecte a comercios, a los coches aparcados y a los peatones que deambulan o esperan en un semáforo o en la parada del bus. Es decir, a la vida cotidiana de los vecinos de Salamanca, haciendo menos habitable su ciudad. Las excusas para cortar por lo sano o para podar de forma radical solo sirven para justificar unos tratamientos profundamente agresivos y dañinos para los árboles propios de mentalidades escasas de miras en lo que se refiere a la convivencia ciudadana y el papel beneficioso de la Naturaleza para el conjunto de la ciudad.

Parques como el de la Alamedilla o el de Garrido, amenazados por la construcción de sendos aparcamientos subterráneos, son ejemplos de cómo el árbol siempre pierde y nunca se queja. Para las autoridades municipales el árbol no tiene valor, no tiene importancia y es tratado como mobiliario urbano de quita y pon; olvidándose de que además de ser uno de los elementos más caros, el árbol es un ser vivo. Y desde luego la palma se la lleva Lanzarote, que debería pasar a la historia como el alcalde-leñador.

La Plaza de los Bandos, otro pequeño pero importante espacio verde en el centro de la ciudad histórica, ha perdido una parte significativa de sus árboles en los últimos años, los que quedan han menguado su porte y otros se mueren irremediablemente. Ha perdido su sombra porque “quizá” se trataba de un estorbo a la hora de acoger esas gigantescas carpas mercantiles que allí se instalan y que impiden el disfrute de la plaza a los vecinos. Sus árboles nunca han recibido los cuidados, el espacio y el respeto que necesitaban y merecen.

Es por ello por lo que, desde esta asociación ecologista, consideramos que las ordenanzas municipales y las múltiples cartas, declaraciones... e incluso la Agenda 21 Local son obviadas por el Ayuntamiento de Salamanca; dando como resultado una política alejada de la corriente mundial, la cual apuesta por reforestar las ciudades y porque los árboles tengan mayor presencia en las calles y en los parques.

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