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viernes, 13 de enero de 2012

La importancia de estar informado

Como ciudadanos libres, responsables, adultos y conscientes de que nuestro paso por el planeta Tierra es relevante para el futuro del mismo y de las generaciones que nos sucedan, debemos preocuparnos por estar informados de cuanto sucede a nuestro alrededor. Para ello es necesario leer diversos medios: generalistas y especializados, de una postura y de otra,... y extraer conclusiones responsables y generosas puesto que afectan a la Humanidad.

La energía nuclear es uno de esos temas tan trascendentales que no se escapan a nuestra responsabilidad individual y colectiva. Lamentablemente parte de la energía que consumimos procede de las centrales nucleares (porque así se ha orientado el modelo de producción de energía) por eso cada vez que pulsamos el interruptor usamos electricidad originada por una industria eminentemente peligrosa (de eso, ¿alguien tiene alguna duda?).

Cuarenta años después el movimiento antinuclear sigue vivo, activo y con más razones que nunca para poner fin a la energía nuclear: porque hoy ha sido superada por otras fuentes respetuosas con el medio ambiente que han demostrado ampliamente su eficiencia.

La energía nuclear tiene su origen en la minería del uranio; éste, después de laboriosos y complicados procesos para su enriquecimiento y transformación como combustible, es quemado en las centrales nucleares para producir electricidad, produciendo a su vez residuos de baja, media y alta radiactividad. Éstos últimos serán tóxicos durante miles de años.

El negocio de la energía nuclear, en todas sus fases, nunca ha dejado de estar en manos de unas pocas empresas. Grandes, poderosas y preocupadas por ocultar su actividad. Una actividad tan peligrosa que cada vez que cada vez que hay algún escape, accidente, suceso... éste es noticia en muchos medios de comunicación, pero todo ello envuelto en un lenguaje relativista, desdramatizador, lejano... como si Chernobyl o Fukhusima no pudieran suceder en cualquiera de las centrales nucleares del mundo (y afectar incluso a los que están por venir).

Por ello, no sólo debemos conformarnos con ser personas antinucleares (además de españoles, trabajadores, residentes en...) y que España lo sea. También necesitamos que Europa y el mundo lo sean. Un accidente nuclear afecta a todo el planeta, la radiación, las mutaciones genéticas, los vientos... vivimos en un planeta pequeño, sensible y en el que el aleteo de una mariposa es capaz de hacer grandes cosas (¿de qué no es capaz un accidente nuclear?).

Ahora, cuando se pretenden extraer uranio de Retortillo y de Villavieja de Yeltes (por parte de la multinacional Berkeley Minera); ahora, que se venden los beneficios económicos -de forma irreal- de unos yacimientos; ahora, que todo es muy bonito sobre el papel y sólo según nos lo quieren contar. Ahora es cuando debemos ser conscientes de que ese uranio es el que luego se procesa en Juzbado, el que se consume en Garoña y que es la sangre de una industria dañina para el ser humano y el planeta en que vivimos.

Los daños ocasionados por la minería del uranio en Níger, la prohibición para la extracción del uranio en el Gran Cañón del Río Colorado, las enfermedades contraídas por los trabajadores de Andújar (o los de la fábrica de Jaén) la utilidad de las minas vacías de La Haba, no son noticias de cosas que les suceden a otros. Son noticias de la minería del uranio. Y nos importan por cuanto nos afectan.

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